AHORRO ENERGÉTICO EN EL HOGAR
 
Climatización
Consiga una temperatura ideal en su hogar sin necesidad de gastar más de la cuenta.
  • Utilice termostatos para regular la temperatura. La temperatura óptima en verano es de 25ºC, cada grado por debajo supone entre un 6 y 8 % más de consumo de energía.
  • En verano aproveche el fresco de la noche para refrigerar, abriendo las ventanas y persianas. Durante el día cierre las cortinas y persianas para evitar la entrada de calor por las ventanas.
  • En verano, coloque persianas o toldos para evitar la radiación directa.
  • Para la mejora del aislamiento la instalación de burletes adhesivos en puertas y ventanas puede reducir entre un 5 y 10 % la energía consumida. Las dobles ventanas o acristalamientos permiten ahorrar hasta un 20% de energía y climatización.
Alumbrado
No gaste más luz de la que necesite.
  • Las lámparas compactas fluorescentes de bajo consumo aportan la misma cantidad de luz que las incandescentes convencionales, permitido ahorrar hasta un 80 % de energía y alcanzando una duración hasta 10 veces superior.
  • Apague las luces que no use.
Electrodomésticos
Un buen uso de sus electrodomésticos hará que su cocina el mejor lugar para ahorrar energía.
  • En los frigoríficos, la formación de escarcha de 5 mm.  de espesor puede aumentar el consumo energético en un 30 %. Cuantas más veces abra la puerta de frigorífico más escarcha se producirá.
  • Existen 7 clases de etiquetado energético, la más eficiente, la A, consume el 55 % menos que cualquier electrodoméstico medio de las mismas características.
  • Para cocinar utilice recipientes con fondo plano y que posean un diámetro uno o dos centímetros mayor a la superficie de la llama de gas o placa, la cocción es más rápida y se ahorra hasta un 20 % de energía. Los recipientes con fondo termodifusor también ahorran energía.
Utilice al máximo la capacidad de los electrodomésticos (lavadora y lavavajillas).
ELECTRODOMÉSTICOS: AHORRO ENERGÉTICO
Generalmente, tendemos a creer que podemos consumir tanta energía como seamos capaces de pagar, a lo que se suma la consideración de que un mayor consumo y una mayor capacidad para asumirlo supone una mayor calidad de vida. Sin embargo, hay graves errores en estos planteamientos: los combustibles fósiles son limitados, su combustión provoca impactos ambientales que alimentan problemas ecológicos de índole mundial (efecto invernadero y cambio climático, por ejemplo), además de llevarnos a ser excesivamente dependientes de la importación de los mismos por carecer de recursos propios.
En cualquier caso, hay que dejar claro que consumo de energía y calidad de vida no van necesariamente unidos. Así, podemos considerar el uso eficiente de la energía como usar justo la energía necesaria sin renunciar a la calidad de vida, entendida como la satisfacción de nuestras verdaderas necesidades, evitando el despilfarro, y eligiendo la mejor alternativa energética para cada uso: energía solar, gas natural, electricidad, etc.
El ahorro de energía es un objetivo que podemos tener presente en todas nuestras actividades diarias, existiendo, además, instrumentos técnicos y legislativos que nos ayudan en esa finalidad. En ocasiones dicho ahorro depende directamente de determinadas elecciones que tomamos como consumidor y que van desde la elección de nuestra vivienda hasta la compra del más simple de los electrodomésticos o de una simple luminaria. En otros casos, la posibilidad de ahorro va directamente ligada al uso que hacemos de nuestros electrodomésticos e instalaciones.
La eficiencia energética en los electrodomésticos
Desde 1994 se exige el etiquetado "energético" de diversos electrodomésticos como frigoríficos, congeladores, lavadoras, secadoras, lavavajillas y lámparas de uso doméstico. Los fabricantes que comercializan estos equipos en el ámbito de la UE han de etiquetar cada electrodoméstico con un nivel de eficiencia que se identifica mediante una letra, de la A a la G y una escala de colores del verde al rojo. Posteriormente, se ha ampliado la obligación a los aparatos de aire acondicionado, a partir del 30 de junio de 2003.
El método para establecer tales niveles de eficiencia fue el de calcular una media anual de consumo para cada una de las líneas de electrodomésticos afectados, a la cual se le adjudicó el valor intermedio entre las letras D y E (que son los niveles que quedan en la mitad entre la A y la G). Tomando ese punto medio como referencia y en base a los porcentajes de exceso o defecto sobre dicho consumo medio se asignan valores al resto de las letras de la escala, siendo que la A indica la máxima eficiencia y la G la mínima. Cada letra que baja en la escala a partir de la A supone un incremento del consumo energético sobre un 10% más que la letra que le precede.
En virtud de lo expuesto, el etiquetado energético cumple una función fundamental de cara a la información del consumidor, que puede determinar su elección en base a parámetros de consumo energético y rendimiento, en definitiva, de eficiencia energética, teniendo en cuenta de que la presumible diferencia de precio entre un electrodoméstico más eficiente y otro menos eficiente se suele amortizar claramente a lo largo de la vida útil del mismo.
Buenas prácticas en el uso de la energía en el hogar
Existen una serie de buenas prácticas imprescindibles para no consumir más de lo que es necesario, sin que ello implique deterioro alguno en nuestra calidad de vida. Se trata, simplemente, de adoptar determinadas pautas de conducta para evitar consumir aquella energía que no resulta imprescindible para cubrir nuestras necesidades. Estas pautas de conducta podemos agruparlas en varios conceptos.
Climatización del hogar: calefacción y aire acondicionado
La climatización de la vivienda supone un elemento importante de calidad de vida, que depende, en cuanto a su eficiencia y consumo, tanto de las características constructivas de la vivienda como de los sistemas de calefacción o refrigeración empleados y el uso que hagamos de ellos, que suele ser con frecuencia poco racional.
En cuanto a las condiciones propias de la vivienda, podemos aprovechar las posibles reformas que podamos acometer para mejorar las condiciones climáticas de la misma, mediante la implementación e instalación de recursos adicionales como aislantes en ventanas, techos y paredes, que amortigüen los cambios externos, o el doble acristalamiento en las ventanas y balcones, o el simple sellado con burletes, que aislan la vivienda de los ruidos exteriores además de ahorrar energía en los procesos de climatización.
Tenemos que considerar que la temperatura que se puede considerar como de bienestar en el interior de una vivienda oscila entre los 18º C en invierno y 25º C en verano, por lo que cualquier exceso sobre tales parámetros supone un esfuerzo energético notable que deteriora el nivel de confortabilidad en el hogar y que incluso puede ser perjudicial para nuestra salud. En cualquier caso, es conveniente que el funcionamiento de los sistemas de calefacción y de aire acondicionado estén regulados mediante termostatos que eviten su funcionamiento por encima de los parámetros de confortabilidad señalados.
En cuanto a los equipos más idóneos, si la calefacción es eléctrica y se precisa refrigeración en verano, es conveniente considerar la instalación de una bomba de calor, la cual da calor en invierno y frío en verano racionalizando el consumo energético.
El consumo energético en la cocina
Con independencia de la fuente energética que utilicemos, es preciso que tengamos en cuenta diversas cuestiones básicas que debemos acostumbrarnos a aplicar:
• Es conveniente usar la olla exprés, ya que ahorra tiempo y energía.
• No se debe abrir la puerta del horno para ver la cocción, ya que cada apertura supone una pérdida del 20% del calor acumulado.
• El tapar la cacerola durante la cocción facilita la concentración del calor.
• Se debe aplicar una llama que no sea mayor que el fondo de la olla.
• Es interesante utilizar el calor residual que queda tras apagar el foco de calor en las placas vitrocerámicas.
El uso del frigorífico
El frigorífico tiene también un peso muy importante en la factura eléctrica, ya que se encuentra en permanente funcionamiento, por lo que las mejores prácticas deben centrarse en evitar las pérdidas de frío que suponen un consumo de energía adicional para recuperar la temperatura seleccionada. Por ello, debemos no abrir la puerta del frigorífico innecesariamente, así como revisar la buena estanqueidad de la puerta, para lo cual la junta de goma debe estar en buenas condiciones. Asimismo, debe mantenerse bien ventilada y limpia la rejilla trasera. Hay que efectuar un periódico mantenimiento del aparato, evitando que se produzca acumulación de escarcha en el congelador, lo que perjudica el rendimiento del frigorífico y aumenta el consumo de energía.
 
El uso de la lavadora, secadora y lavavajillas
El uso de estos electrodomésticos debe efectuarse siempre a plena carga. En la actualidad se pueden encontrar diversas opciones en el mercado para acomodar nuestra elección a nuestras necesidades familiares. También tenemos que tener en consideración, al elegir el modelo, si tiene la posibilidad de seleccionar programas destinados a casos de que no se usen a carga completa.
Por otro lado, la mayor parte de ellos suelen traer unos programas de lavado económico, que son los que presentan una mejor relación consumo-prestaciones. Debemos usarlos por sistema, reservando los restantes para necesidades excepcionales.
La práctica totalidad del consumo de las lavadoras es para calentar el agua, por lo que la solución más eficiente es la de usar programas de lavado en frío o con agua templada. Los avances en los detergentes actuales permiten prescindir en la mayoría de los casos del agua caliente. Además, podemos optar por lavadoras y lavaplatos habilitados para conectarse a la toma de agua caliente, evitando tener que calentarla con resistencia eléctrica.
No podemos olvidar el mantenimiento de los aparatos y, en especial la limpieza periódica de los filtros, ya que ello mejora el consumo energético.
En cuanto a las secadoras, hay que decir que la solución más óptima es la de secar la ropa al aire libre siempre que sea posible, reservando su uso sólo en aquellos casos en que resulte imprescindible, por cuanto su consumo es elevado.
El ahorro energético en la iluminación
Existen sencillas fórmulas para mejorar la iluminación de nuestro hogar optimizando el gasto energético. Unas son sencillamente decorativas, como el facilitar al máximo la entrada y el aprovechamiento de la luz natural que pueda entrar, o decorar la vivienda en colores claros, o utilizar iluminación localizada en las zonas donde resulta necesario evitando iluminar toda la habitación. La utilización de reguladores de luz contribuye también a ahorrar energía y a crear el ambiente más adecuado en cada caso.
Otras implican cierta mentalización y hábito, como el evitar mantener iluminadas las estancias que no se estén utilizando, o limpiar regularmente los puntos de luz para evitar que la suciedad dificulte la difusión.
La técnica nos ofrece posibilidades adicionales de ahorra energía en iluminación sin perder ni prestaciones ni calidad de vida, como es el uso de las lámparas de bajo consumo. Estas lámparas consumen el 75% del consumo de las convencionales y llegan a durar hasta ocho veces más, lo que justifica un mayor gasto, ya que su coste suele ser bastante más elevado. Son especialmente recomendables para luminarias que permanezcan encendidas de forma prolongada.
La iluminación de las zonas comunes debe contar con dispositivos que propicien que sólo se mantenga encendida el tiempo necesario (detectores de presencia asociado a los puntos de luz o temporizadores ajustados convenientemente).
No dejéis las luces encendidas en habitaciones o zonas desocupadas. Para evitar olvidos podéis instalar “interruptores de presencia”, que encienden o apagan las luces automáticamente al detectar la presencia de personas.

Limpiad las bombillas. De esta forma aumentaréis la luz y os durarán más. Hacedlo sobre todo cuándo estén apagadas y frías.

Valorad la posibilidad de instalar módulos solars fotovoltaics para producir energía eléctrica. Pueden estar conectados en red o aislados.
El uso del agua caliente
La mejor alternativa es el empleo de energía solar térmica, combinada con otra fuente energética convencional. No obstante, si no disponemos de este tipo de equipos en nuestro hogar, podremos contribuir al ahorro de energía optando por la ducha antes que por el baño y cerrando el grifo mientras nos enjabonamos. Por otro lado, no es necesario usar agua demasiado caliente, bastando 40ºC para un aseo agradable. Los grifos con termostato nos ayudan a ahorrar en ese sentido siempre que los programemos a la temperatura adecuada.
No es necesario mantener encendida la llama piloto de los calentadores de gas cuando no se utiliza agua caliente, por lo que sólo debemos encenderla con la finalidad de su uso inmediato. Para los termos eléctricos, es conveniente instalar un reloj programador que lo encienda sólo el período necesario para su uso.
Las buenas prácticas ahorran energía: los datos
El buen mantenimiento de los equipos domésticos hasta un 20% 
• La Bombilla fluorescente compacta hasta un 80%
• Usar la lavadora en frío entre un 80 y un 92%
• Usar lavadora de bajo consumo energético, entre un 45 y un 70%
• Aislar convenientemente la casa, hasta un 50% en calefacción
• Usar bomba de calor en vez de radiadores, supone un ahorro del 50%
• Tender en vez de usar secadora ahorra el 100% de su consumo.
• Poner el lavavajillas en programa económico, hasta un 50%.
• Tapar las cacerolas al cocinar y ajustar el tamaño de la llama, hasta el 20%.
• Permitir la ventilación de las rejillas de la nevera, un 15%.
• Subir un grado la temperatura del termostato de la nevera, un 5%.
LOS DATOS INCORPORADOS A ESTE FOLLETO INFORMATIVO HAN SIDO TOMADOS DEL INSTITUTO PARA LA DIVERSIFICACIÓN Y EL AHORRO DE LA ENERGÍA (IDAE) Y DE LA AGENCIA LOCAL DE LA ENERGÍA DE SEVILLA.
 
 

Aislamiento y climatización
 
El elemento clave para obtener una temperatura adecuada es el aislamiento térmico y los complementos para equilibrar la temperatura. Un aislamiento correcto permite reducir el uso de calefacción en invierno y de refrigeración en verano.

Dedicad diez minutos diarios a renovar el aire y ventilar el hogar. La hora adecuada dependerá de la temperatura externa (mediodía cuando hace frío, primera hora de la mañana cuando hace calor). Apagad la calefacción durante la noche y no la encendáis por la mañana hasta que la casa esté bien ventilada y se hayan cerrado todas las ventanas.

Instalad, si es posible, doble ventana o doble cristal en las ventanas; ahorraréis un 25% de energía y os protegeréis contra la contaminación acústica. Tened en cuenta que el 40% de las fugas de calor se producen a través de cristales y ventanas.

Utilizad persianas y cortinas: dejad entrar el sol al máximo en invierno permite ahorrar calefacción, e impedirle el paso en verano permite ahorrar mucha refrigeración.

Es recomendable el clásico ventilador que los nuevos aparatos de aire acondicionado. El consumo es muy inferior y evita problemas de alergias o molestias que, con el aire acondicionado, acaban apareciendo tarde o temprano si no se hace un buen mantenimiento de la instalación.

Los aparatos de aire acondicionado, por su consumo energético y por la compleja problemática ambiental que generan (emiten gases residuales que afectan la capa de ozono y el cambio climático) tienen que ser el último recurso que se debe utilizar. Si os es imprescindible, compradlo de enfriamiento evaporativo (ahorraréis energía).

No enfriéis ni calentéis la casa en exceso. Una temperatura interior de 19 a 20 grados cuando hace frío da una buena sensación de confort durante el día, y se puede bajar a 16-17 grados por la noche. Cuando hace calor, una temperatura interior de 25 grados es suficiente para tener un ambiente de bienestar. El ambiente de la casa no debe ser el opuesto al que corresponde a la estación del año. Por cada grado que aumente la calefacción o la refrigeración se consumirá un 8% más de energía.

Las calefacciones centralizadas de gas son las que permiten un funcionamiento más económico, con un mantenimiento adecuado de sus calderas. Cada radiador debe tener una llave propia que permita el funcionamiento autónomo. No los cubráis con muebles o elementos decorativos. No es recomendable hacer servir la calefacción eléctrica por su baja eficiencia energética en el proceso de generación de electricidad.

La calefacción se puede regular mediante válvulas termostáticas en cada radiador o mediante un regulador programador para la caldera. Este sistema permite incrementar el ahorro y la eficiencia.

Cerrad los radiadores que no necesitéis para mantener el bienestar del hogar y apagad la calefacción si la casa está desocupada más de un día.
 
Para saber si la calefacción se va por puertas y ventanas, puedes comprobarlo con una vela, si la llama oscila entonces existe entrada de aire por lo que tenemos perdida de calor, para evitarlo debemos tapar dichas entradas de aire, para esto en el mercado encontramos cintas adhesivas y otros artículos especiales para nuestro problema.
 
Revise periódicamente el estado de la caldera.
 
Para calentar una habitación pequeña y bien aislada, o para calentar directamente durante poco tiempo pero no espacio a su alrededor, puede bastar un pequeño radiador eléctrico.
 
El agua caliente
 
Los sistemas de calentamiento de agua actuales son de dos tipos: calentamiento instantáneo (calentamiento de gas que se puede combinar también para calefacción) o calentamiento por acumulación (que puede ser de gas para instalaciones comunitarias, o de termos eléctricos individuales).
 
Los sistemas de calentamiento instantáneo no son aconsejables en viviendas con más de un cuarto de baño. Implican un derroche de energía innecesario a causa de los cambios de caudal y de calentamiento de las cañerías de largo recorrido.

En general, los sistemas de acumulación son más recomendables desde el punto de vista energético. El sistema más eficiente y económico sería el de un acumulador de agua caliente calentado por gas, con retorno y programable, aunque exige disponer de un espacio suplementario de instalación. En el caso de los sistemas eléctricos es aconsejable disponer de un reloj de conexión que se pueda programar ajustándolo al horario de uso.

Se debe regular la temperatura del calentador a unos 41 o 42 grados. Es más que suficiente para la higiene y para calentar las cañerías. Evitad tener que bajar la temperatura excesiva del agua caliente mezclándola con agua fría.

Abrir el grifo de agua caliente para poco rato no da agua caliente y, además, consume energía.

Debemos ducharnos y no bañarnos; así ahorraremos energía y agua. Ante los 30 – 40 litros por ducha, se consumen entre 100 –130 litros por baño (entre 4 y 5 veces más).

Si se dispone de espacio se debe recordar siempre que el sistema más eficiente energéticamente y más respetuoso con el medio ambiente es el de paneles de energía solar térmica, que ya se comercializan en versiones muy adaptadas a varios usos.
 
 
Aparatos electrónicos
 
Antes de comprar un aparato, estudiad la potencia de sonido y el consumo para ver si se adapta a vuestras necesidades o las supera. Asimismo, en caso de que tenga memoria para guardar emisoras o programas, aseguraos que puede mantenerlas guardadas sin que haya de estar en «permanente» o stand by (en reposo pero encendido).

Debemos apagar siempre los aparatos con el interruptor (no con el mando a distancia) para evitar que queden en «permanente».

Utilizad pilas recargables, son mucho más caras en el momento de pagarlas, pero mucho más económicas si calculamos a medio y largo plazo. La relación entre la energía que nos da una pila y la que se ha gastado para fabricarla, transportarla y almacenarla es tan irracional que el uso de pilas debería estar restringido a condiciones de absoluta necesidad. La alternativa al uso de pilas es utilizar, en el aire libre, plafones portátiles de energía solar fotovoltaica.

Los ordenadores portátiles son más caros que los de sobremesa, pero también son más eficientes. En todos los modelos se debe programar el ahorro de energía del monitor, puesto que es el periférico que más consume, o apagarlo directamente si el ordenador tiene que trabajar un largo rato de manera autónoma. Con respecto a las impresoras, las láser consumen mucha más energía que las de gotas de tinta que, de hecho, dan una calidad casi equivalente.
 
En la cocina
 
El etiquetado energético de electrodomésticos permite hacernos una idea aproximada de la eficiencia y la calidad del aparato que vamos a comprar y se aplica obligatoriamente a frigoríficos, congeladores, combis, lavadoras y lavaplatos. La etiqueta energética indica el consumo de energía (kWh) en condiciones normalizadas por año o por ciclo, su nivel de ruido en el funcionamiento y, en el caso de lavadoras y lavaplatos, el ahorro de agua y su eficiencia en el lavado y el secado. Se agrupa en siete niveles, que van desde la categoría A (la más eficiente) hasta la G.

Una buena recomendación, para los que queráis ir más allá y experimentar de acuerdo con la cantidad de sol que recibe vuestro hogar, es utilizar una cocina solar como sistema para cocinar o precocinar los alimentos que, cocinados así, nunca se queman y conservan sus propiedades.
El frigorífico

Instalad el frigorífico lejos de los focos de calor de la cocina o de la casa, se debe mantener limpia la parte de atrás, facilitar su
ventilación (5 cm hasta la pared) y controlar que las juntas sean estancas (que la goma de la puerta ajuste bien). Un frigorífico instalado en malas condiciones puede llegar a consumir un 15% más de energía.

La
temperatura ideal de la nevera es de 3 a 5 grados (cada grado de enfriamiento implica un incremento del 5 % en el consumo de energía). La del congelador es de 15 grados bajo cero. Hace falta descongelarlo cuando la capa de hielo llegue a los 5 mm. A partir de aquí, se incrementa el consumo y disminuye su rendimiento.

No se deben introducir cosas calientes y hace falta tapar los recipientes que contengan líquidos.
No coloque el frigorífico cerca de fuentes de calor (calefacción, horno, ventana donde dé el sol).
Debemos avisar al Ayuntamiento, mediante el 010, antes de tirar el frigorífico, para la recogida de gases refrigerantes (CFC, HCFC o HFC) que son nocivos para la capa de ozono o incrementan el efecto invernadero.

Si tenéis que comprar uno nuevo, tened en cuenta que su volumen se ajuste a vuestras
necesidades de capacidad, que no lleve CFC (que sea de tecnología Greenfreeze), que tenga descongelación automática (No Frost) y que lleve integrado el congelador.
La cocina

Las
cocinas a gas consumen menos que las eléctricas; funcionan con quemador de gas butano o de gas natural, y también hay cocinas de vitrocerámica con quemadores de gas.

Se debe mantener bien
limpia, especialmente los quemadores, que tienen que ser de buena calidad. La llama tiene que ser azul y uniforme, no debe sobresalir del fondo de los recipientes y se tiene que reducir de potencia cuando empiece la ebullición. Debemos evitar los corrientes de aire, ya que enfrían los recipientes y aumentan el consumo. Acostumbraos a parar los fuegos unos momentos antes de la cocción por aprovechar el calor residual.

Si tenéis una cocina de
placas, aseguraos que los recipientes que hacéis servir son de fondo grueso y plano y que se adaptan totalmente a la placa. Podéis desconectar la placa unos diez minutos antes de acabar la cocción, puesto que mantiene el calor. El rendimiento es óptimo cuando la placa está bien limpia. Si tenéis que comprar una nueva, la mejor opción es la de vitrocerámica de gas.

En el uso de la cocina hay tres principios de ahorro básicos: utilizar la olla a presión tanto cómo sea posible, cocinar al vapor y con el agua justa para la cocción y mantener tapadas ollas, cazuelas o paellas durante su utilización (ahorran entre el 20 y el 30 % de la energía necesaria).

Las ollas, las cazuelas y los diversos enseres de cocinar deben ser de tapa gruesa (que conservan el calor y ayudan a ahorrar energía) y las paellas tienen que ser de hierro fundido, por la misma razón y para vuestra salud.

El
microondas puede ser un buen complemento por cocinar; el elevado consumo energético queda compensado por la reducción del tiempo de uso.

Con respecto a las
tostadoras, utilizad preferentemente las de tipo cerrado para evitar la dispersión de calor (puede llegar a consumir un 50% menos que las abiertas).
Cuando cocine, tape las cacerolas o sartenes. Utilice preferentemente una olla a presión. Céntrela bien sobre la llama, y procure que ésta no sea mayor que la base de la cacerola.  Una vez que comienza la ebullición, baje el fuego al mínimo.  Use la mínima cantidad de agua necesaria para hervir o cocinar.
El horno

El horno más eficiente y económico es el de
gas. Su única función tiene que ser la de cocinar (no debe utilizarse para descongelar, calentar, etc., puesto que consume mucha energía) aprovechando al máximo su capacidad. Siempre debe estar perfectamente cerrado cuando funciona y se tienen que reducir al mínimo las aperturas de la puerta para el seguimiento de la cocción (la temperatura interior puede bajar entre 25 y 50 grados cada vez que se abre). Se puede parar antes de finalizar la cocción par aprovechar el calor residual (algunos modelos traen incorporada esta función de forma automática). Si compráis uno nuevo, procurad que traiga doble cristal.
El lavaplatos

El 90 % del consumo energético del lavaplatos proviene del calentamiento de agua y sólo el 10% de mover el motor, así que deben
evitarse los programas de alta temperatura. No pongáis en marcha el lavaplatos hasta que no esté totalmente lleno, pero tampoco lo carguéis en exceso ni sobrepongáis piezas. En lugar de utilizar el programa de secado, dejadlo abierto para que se seque la vajilla con el aire.

Si tenéis que comprar uno nuevo, procurad que su medida se ajuste a vuestras
necesidades (cuanto más grande, más consume). Contemplad la posibilidad que tenga una doble entrada de agua caliente y buscad un modelo que ofrezca posibilidades de lavado y, sobre todo, que incluya ciclo frío y económico.
La colada

Analizad
los ciclos de lavado que ofrece vuestra lavadora. Lo mejor es utilizar los ciclos económicos y cortos, de agua fría, y llenarla totalmente, pero no sobrecargarla. Deben mantenerse los filtros limpios y no utilizar demasiado detergente (y siempre de los que no contengan fosfatos).

Las lavadoras de
carga frontal gastan normalmente menos energía y agua que las de carga superior. También hay lavadoras bitérmicas que cogen el agua caliente de la caldera de gas o del colector solar.

Utilizad lo menos posible la secadora: el sol y el aire son la mejor manera de secar la ropa. Si tenéis que usarla, centrifugad al máximo en la lavadora (la centrifugación consume mucha menos energía), mantened los filtros bien limpios y procurad que tenga una buena circulación de aire. Si compráis una secadora nueva, recordad que la de gas es mejor que la eléctrica y que debería tener un detector automático para indicar cuándo está seca la ropa.
 
El ordenador y el mobiliario de oficina
El monitor es el periférico que más consume. Programad siempre el sistema de ahorro de energía o apagadlo directamente si no lo vais a utilizar durante más de 15 minutos. El único salvapantallas que ahorra energía es el que deja la pantalla en negro. Se recomienda por lo tanto configurarlo en modo Black Screen, que proporciona un ahorro de 7,5 kWh en comparación con un salvapantallas con animación. Configuradlo para que se active al cabo de 10 minutos de inactividad.

Junto con la fotocopiadora, la impresora es el componente del equipo ofimático que más gasta y, además, la mayor parte del tiempo que la tenemos encendida está sin funcionar, así que si tenéis que comprar una impresora, aseguraos de que dispone de sistemas de ahorro energético y configuradlos correctamente.

Si disponéis de una impresora local (sólo tenéis acceso vosotros), apagadla si no la estáis utilizando. Si la compartís, aseguraos que se queda apagada tras la jornada laboral y durante los fines de semana.

Imprimid en papel sólo aquello que sea necesario. Las tecnologías informáticas existentes permiten la transmisión y recepción de información sin necesidad de papel.

La fotocopiadora es un elemento de gran consumo. Procurad que disponga de modo de ahorro de energía y que esté correctamente configurado: podéis ahorrar hasta un 15% de energía.

No vayáis a la fotocopiadora cada vez que necesitéis hacer una única copia. Así ahorraréis el calentamiento y el enfriamiento continuo de la fotocopiadora, reduciendo el consumo energético necesario a la mitad.

Cuando adquiráis un fax, tened en cuenta que hay modelos que incorporan sistemas de ahorro energético. Por otro lado, los más eficientes son los que no utilizan procesos térmicos para la impresión, como los de chorro de tinta. Conviene también que el fax pueda utilizar papel normal, es más económico y requiere menos energía para su fabricación.

Haced un uso racional de los equipos ofimáticos que permita ahorrar papel: podéis imprimir y fotocopiar a doble cara y a tamaño reducido, con lo que ahorraréis papel y energía en el proceso de copiado; podéis utilizar la cara en blanco de hojas ya impresas para hacer borradores o para el fax; si no utilizáis cubierta cuando enviéis un fax ahorraréis papel y tiempo de transmisión; también podéis utilizar papel reciclado, que requiere menos energía en su fabricación y ahorra materias primas.
 
Pequeños electrodomésticos
 
No compréis siguiendo solamente a la publicidad. Reflexionad antes de comprar un aparato eléctrico que sólo ahorra un pequeño esfuerzo ocasional (el cepillo de dientes eléctrico sería el ejemplo más claro). Pensad que existen pequeños electrodomésticos que, aunque no lo parezca, pueden consumir más que un frigorífico (microondas, aspiradoras, equipos de música...)
Controlad el uso del secador de pelo, aunque parezca un electrodoméstico insignificante, tiene una potencia energética considerable.

Las planchas a vapor son las más eficientes energéticamente, aún así procurad utilizarlas para planchar unas cuantas piezas de golpe, ahorraréis tiempo y energía.
 
 
El edificio
 
La compra o el alquiler de nuestra vivienda es un paso de gran importancia. Para evitar fraudes o que nos engañen con espejismos o detalles sin importancia, debemos tomar en consideración una serie de aspectos que tienen relación con la eficiencia energética y la calidad del edificio: su orientación, dando prioridad al sentido norte-sur; el tipo de aislamiento térmico y acústico; el tipo de ventanas y cristales; la instalación de agua caliente sanitaria y calefacción; la potencia de los equipos y la potencia contratada a la compañía (se recomienda contratar la mínima); el tipo de regulación automática del sistema de calefacción y/o climatización; las instalaciones para el aprovechamiento de las energías renovables; y la certificación o los estudios energéticos del edificio.

En edificios o casas de nueva construcción, y dependiendo del espacio, se debe recuperar la vieja sabiduría arquitectónica de la orientación de acuerdo con las características del terreno, respetando el sentido sur de la fachada principal y evitando los ventanales y las paredes mal aisladas hacia el oeste.


Para el suministro de agua caliente sanitaria considerad la utilización de paneles solares térmicos. La inversión es más alta pero se amortiza con el ahorro obtenido posteriormente. También existen sistemas de calefacción y producción de agua caliente sanitaria que utilizan la biomasa vegetal.

Para la iluminación y los pequeños electrodomésticos del hogar, podéis instalar sistemas mixtos de paneles fotovoltaicos con baterías de acumulación, así como aerogeneradores que aprovechen la fuerza del viento.

Un edificio bien aislado permite ahorrar más de un 50% de energía. Escoged bien el tipo de cristal y las medidas y la orientación de las ventanas. Es básico para ahorrar frío en invierno y calor en verano. Pintad las paredes de color claro, reducen hasta un 35% la ganancia de calor.
 
La comunidad de vecinos
 
Debemos plantear a la comunidad de vecinos la sustitución de las bombillas de las escaleras, los pasillos y el ascensor por lámparas de bajo consumo y más rendimiento. También podéis sectorizar los interruptores de las luces de la escalera y el garaje, e instalar censores de presencia para evitar el encendido de todas las luces comunes.

Con respecto a las instalaciones de agua caliente sanitaria y de calefacción, las más cómodas y beneficiosas para el medio ambiente son las colectivas o centralizadas. Ahora bien, no olvidéis que se debe tener en cuenta la instalación de contadores de agua caliente y de medidores de uso de la calefacción para cada vivienda, ya que las facturas de consumo energético deben repartirse entre los diferentes propietarios de acuerdo con su consumo, no por superficie de vivienda o por el número de radiadores.

Todos los equipos centralizados de calefacción y agua caliente deben tener sistemas de regulación automática. También podéis proponer la instalación de captadores solares para producir la mayor parte del agua caliente de la finca: ahorraréis y contaminaréis menos. En el supuesto de que utilicéis equipos de gas, las calderas tienen que ser presurizadas, no atmosféricas, puesto que ahorran más energía.

Respecto al aislamiento, fomentad las mejoras en el mayor número de puntos posible para evitar pérdidas de calor, por ejemplo podéis instalar ventanas con doble cristal y con cámara de aire.

También podéis ahorrar mucha energía evitando al máximo el uso del ascensor: bajar las escaleras es un ejercicio físico fácil y beneficioso para el organismo. En este sentido, los edificios de dos o tres pisos son los más aconsejables. Si en vuestra finca hay más de un ascensor, no los llaméis simultáneamente.
 
 

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